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GABRIEL GARCÍA MARQUEZ
Gabriel José García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. sus estudios secundarios fueron en el colegio San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, en 1946.
Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió adherirse al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo", comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año.
Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; después residiría en Francia, México y España. En Italia fue alumno del Centro experimental de cinematografía.
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria.
El estilo breve, hosco y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora. Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado al ser integrados en Cien años de soledad.
En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico.
Gabo, como le dicen sus más allegados amigos, se destaca como un hombre, sensible, sincero, noble, “mamagallista” y como se define a si mismo, un hombre común y corriente que no sabe hacer anda más que escribir.
Siempre acompañado de su amada esposa, y de esos recuerdos que lo llenan de nostalgia el hombre del Nobel colombiano, solo se denomina como alguien luchador, alguien que decidió llegar lejos con el mágico don de las letras y con mucho esfuerzo, hoy agradece el lugar en donde esta, gracias a los miles de lectores que quisieron entrar en su mundo, por medio de sus libros.
Este es Gabo, un hombre lleno de riquezas invaluables, un hombre de sentimientos indescriptibles, un hombre que escribe con el corazón.
lunes, 14 de mayo de 2007
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