Alberto Manrique, de 21años, estudia Ingeniería Catastral Y Geodesia en la universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá desde hace 3 años y medio.
De día se levanta generalmente a eso de las 6 a.m.; se baña, desayuna un cafecito y un pan, preparándose a sí para un día más de estudio y de trabajo, porque con ese trabajo se paga la carrera y los buses.
Al terminar su desayuno, se alista un poco más y sale a coger el bus que lo lleva hasta la universidad, allí esta de 9 a.m. a 4 de la tarde, y luego con gran velocidad y afán toma el bus de regreso a casa, mejor dicho al trabajo.
Al llegar a su casa, después de un pesado día entre parciales, quices, entregas de trabajos y almuerzo a medias; se quita la ropa de “estudio” y se pone su uniforme de trabajo: una sudadera vieja, una gorra y un delantal plástico color amarillo que le hace juego graciosamente con la sombrilla de su carrito para la venta de crepes.
Alberto, prepara crepes de todo tipo al lado de un mini mercado en la 163 cerca de la estación de transmilenio, le va muy bien, aunque se pierden clientes cuando llueve, dice.
A las 6:00 p.m, mas o menos está abriendo la sombrilla, prendiendo la mini plancha a gas, y desempacando los ingredientes de la venta de esa noche; prepara crepes de pollo, carnes, vegetariano y los dulces, para los antojados, que varían según el chocolate o la cantidad de frutas que quiera el que los va a comprar.
Su día acaba a las 11:30 p.m, cuando cierra la sombrilla y el gas de la plancha en donde prepara sus delicias; por que aunque trabaje, necesita también irse a casa a estudiar para el siguiente día.
Esta clase de trabajo, le ayuda Alberto a pagar su carrera universitaria, para poder trabajar como profesional y ayudar en los gastos de su casa y aunque son pesados los días entre semana le dan la tranquilidad de pensar que ya esta a punto de salir y buscar algo mejor.
De día se levanta generalmente a eso de las 6 a.m.; se baña, desayuna un cafecito y un pan, preparándose a sí para un día más de estudio y de trabajo, porque con ese trabajo se paga la carrera y los buses.
Al terminar su desayuno, se alista un poco más y sale a coger el bus que lo lleva hasta la universidad, allí esta de 9 a.m. a 4 de la tarde, y luego con gran velocidad y afán toma el bus de regreso a casa, mejor dicho al trabajo.
Al llegar a su casa, después de un pesado día entre parciales, quices, entregas de trabajos y almuerzo a medias; se quita la ropa de “estudio” y se pone su uniforme de trabajo: una sudadera vieja, una gorra y un delantal plástico color amarillo que le hace juego graciosamente con la sombrilla de su carrito para la venta de crepes.
Alberto, prepara crepes de todo tipo al lado de un mini mercado en la 163 cerca de la estación de transmilenio, le va muy bien, aunque se pierden clientes cuando llueve, dice.
A las 6:00 p.m, mas o menos está abriendo la sombrilla, prendiendo la mini plancha a gas, y desempacando los ingredientes de la venta de esa noche; prepara crepes de pollo, carnes, vegetariano y los dulces, para los antojados, que varían según el chocolate o la cantidad de frutas que quiera el que los va a comprar.
Su día acaba a las 11:30 p.m, cuando cierra la sombrilla y el gas de la plancha en donde prepara sus delicias; por que aunque trabaje, necesita también irse a casa a estudiar para el siguiente día.
Esta clase de trabajo, le ayuda Alberto a pagar su carrera universitaria, para poder trabajar como profesional y ayudar en los gastos de su casa y aunque son pesados los días entre semana le dan la tranquilidad de pensar que ya esta a punto de salir y buscar algo mejor.
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